sábado, 17 de diciembre de 2011


LLevo días desaparecida, porque no hay tiempo de nada: los exámenes se acercan y hay que estudiar, presentar trabajos...Un poco agobio! 
Si he decidido escribir algo hoy es precisamente por tener un instante de respiro, aunque mis apuntes están aquí al lado. 
Estoy física y mentalmente agotada, pero he de seguir. Por eso también junto a mis apuntes descansa una tacita de café, para reponer (o almenos intentarlo) las energías...

1 comentario:

  1. La vida del estudiante es una asquerosidad, lo se, he pasado por ella una vez y repetiré una segunda. Enfermería… uffff que buenos tiempos, donde no existía la vida social, solamente prácticas hospitalarias de 8 a 3, seminarios y talleres de 4 a 7 y de 7 hasta las 12 de la noche a estudiar… o hacer trabajos… menos que los alumnos proeuropeos. Eso si, la diferencia entre un estudiante y un trabajador universitario, si ese trabajador aspira a más alto que ser un simple peón, es que el segundo tiene una recompensa económica, porque ambos están igualmente puteados. Nunca dejarás de estudiar, te obligan hacerlo toooda tu vida. Es más, tendrás algo que el estudiante no padece, responsabilidad laboral, algo que al principio da miedo, pero vives con ello.

    ¿Qué el mundo pinta jodido? Si, lo es y peor que será. Mi consejo es disfrutar de ese mundo lleno de caos, problemas, crisis,… porque si empiezas ahora, cuando trabajes ya estarás acostumbrada y empezarás a ver las cosas buenas como algo superlativo y la negatividad del día a día, como algo cotidiano. No es una visión negativa, es más, hablo de manera optimista…

    Ser enfermera es un placer, un privilegio y si es por vocación, un don. Desde que tengas la vida de un paciente en tus manos y puedas salvarla, toda la mierda que te he nombrado anteriormente, pasará al recuerdo, porque cuidar es el poder más humano del ser humano. Tenerlo te aleja del animal que se cierne sobre ti.

    ResponderEliminar